DÉSIRÉE CLARY

1777 - 1860


PRÍNCIPES HEREDEROS DE SUECIA

Charles Jean-Baptiste Bernadotte, Príncipe de Pontecorvo y Mariscal de Francia, fue elegido nuevo "Kronprins" de Suecia -Príncipe de la Corona de Suecia-, el 21 de agosto de 1810. Su mujer, Désirée Clary-Bernadotte, fue entonces saludada, como es natural, con el título de "Kronprinzessin de Suecia" y su hijo, Oscar Bernadotte, recibió el título de príncipe real de Suecia. Se hizo, por tanto, urgente que el flamante heredero de Suecia abandonara París para trasladarse sin más dilación a Estocolmo para que iniciara de inmediato su formación y aprendiera la lengua y costumbres de su patria adoptiva. Con las bendiciones del emperador Napoleón I, marchó pues Bernadotte y embarcó con su hijo Oscar y su esposa, dejando con tristeza su castillo de La Grange.
Désirée deseó retrasar su partida para ir sobre seguro y decidió darse un tiempo de espera prudencial hasta que su marido se encontrara debidamente establecido. Extraoficialmente, se puede decir que, a base de una avalancha de excusas, Désirée intentó evitar hasta el último momento su partida y tener que abandonar su querido París y su país. Pero su marido lo había dispuesto todo para que los tres acudiesen a Estocolmo y embarcaron sin más dilación para Suecia.
Para su marido era imperativo que Oscar se fuera con él a Estocolmo, aprovechando su tierna edad (11 años), idónea para que el niño se aclimatara más rapidamente y aprendiera con más soltura el sueco y las costumbres de la patria sobre la que iba a reinar algún día. Con inteligencia, Désirée no se opuso y dejó la formación de su hijo en manos de su padre.
Si la acogida en Estocolmo fue apoteósica, dada la fama y la popularidad de Bernadotte, los casi dos años de estancia de Désirée en tierra extraña no fue tan idílica como se esperaba. Conoció al rey Carlos XIII, a su esposa la reina Hedwig-Elisabeth-Charlotta y a la princesa Sofia-Albertina, hermana del monarca, y parecieron no sintonizar muy bien con Désirée. Ella, que nunca perdió la característica sencillez marsellesa y que no se dejaba impresionar por nada, chocó frontalmente con las afectadas a la par que frías maneras de la corte sueca: había mucha deferencia hacia su persona, mucha reverencia pero exenta de calor humano. Désirée intentó ser flexible en su trato con la Familia Real y acomodarse tan buenamente como podía con las personas que le rodeaban, pero acabó harta: reconoció que los distintos miembros de la familia real le trataban con respeto y simpatía, pero se quejaba del excesivo esnobismo de la reina y de su cuñada respecto a ella. A esto se sumaba el trato dispensado por los cortesanos suecos, que se le antojaba tan gélido como el invierno del país, y el hecho de que no entendiera ni jota de sueco agravaron su mala impresión.
En 1811, Désirée afrontó el problema y se lo planteó a su marido, esgrimiendo su nostalgia por París, sus naranjos y su castillo de La Grange, sus amigos y familiares a los que había dejado atrás en 1810. Como no parecía encajar en el ambiente de la corte sueca, decidió buenamente marcharse y regresar a casa, dejando en Estocolmo a su marido y a su hijo, cuya formación requería que permaneciese en Suecia de forma definitiva.
A Désirée le quedaban sus dos hermanas, Rose de Saint-Joseph y Julie Bonaparte, reina de España, y los hijos e hijas de aquéllas, sus sobrinas y sobrinos. Siguió residiendo en Savigny y París, en familia, y visitando de vez en cuando la corte de Napoleón I. Así podía informar por medio de sus cartas a su marido en Estocolmo, de todo lo que acontecía en París con noticias de primera mano.
Retrato de los Kronprins o Príncipes Herederos de Suecia: Carl Johan Bernadotte y Désirée Clary-Bernadotte, según un grabado sueco de la época.
Grandes Armas de la Casa Real Sueca, con el escusón de la nueva dinastía Bernadotte.
De Estocolmo le venían inmejorables noticias de puño y letra de su esposo: Charles Jean-Baptiste Bernadotte había "conectado" de maravilla con su "padre adoptivo" el rey Carlos XIII, la reina Hedwig Elisabeth Carlota y con la princesa Sofía Albertina de Suecia. Acostumbrado a la disciplina de la vida militar, Bernadotte se hizo inmediatamente con las costumbres de la corte sueca donde la puntualidad, la cortesía y el respeto de la etiqueta eran norma. Al rey le entusiasmó su "hijo adoptivo" y le rodeó con todo el cariño de un padre tardío que nunca había tenido hijos propios, guiándole en su camino de aprendizaje. La satisfacción de Carlos XIII era patente: Bernadotte era un alumno excelente, que aprendía con facilidad y que ya sabía bastante de la historia del pueblo sueco antes de desembarcar en la capital. Lo sorprendente es que se revelaba como un auténtico sueco de corazón y de mente. Se le dió apartamento propio en palacio, mando en el ejército y asiento preferente en los consejos de ministros, al lado del rey. Abjuró del catolicismo y abrazó el luteranismo, y tomó interés por cualquier asunto sueco, adoptando oficialmente el nombre de Carl Johan (Carlos Juan).
Carlos XIII, Rey de Suecia (1748-1818), retratado por Per Krafft en 1815, el cual le representa mirando y apoyando una mano sobre la columna que sostiene un busto de su hijo adoptivo y heredero Carl Johan Bernadotte...
El Kronprins Carlos Juan de Suecia y su hijo el Príncipe Real Oscar, Duque de Södermanland, en uniforme militar y a caballo, representados en un grabado de la época.

Sin embargo, los intereses de su nueva patria chocaban con los de Francia. Y si en un principio cedió ante las directrices de Napoleón y declaró la guerra a Gran-Bretaña, se desdijo de su alianza en 1812 y firmó un tratado de alianza con el emperador Alejandro I de Rusia. Así las cosas, y después del tremendo bombardeo de Estocolmo por parte de la armada británica, Suecia se alió con Rusia, bajo influencia de Bernadotte, en pro de sus intereses y contraviniendo las directrices de Napoleón. En 1813, Suecia entraba definitivamente en la coalición europea contra Francia, por la puerta grande ya que Bernadotte aportaba a ésta un ejército de 30.000 hombres y su conocimiento de las tácticas napoleónicas. Se puede uno imaginar con qué alegría debieron de recibir los coalicionados semejante noticia, mientras que en París Napoleón recibía el gesto de Bernadotte como una puñalada trapera. Para colmo, la balanza de la fortuna dejaba de inclinarse a favor de Napoleón para inclinarse en el campo de la coalición...
El ejército sueco, dirigido por Bernadotte, obtuvo su primera victoria al derrotar al mariscal Oudinot en la batalla de Gross-Beeren el 23 de agosto de 1813. No contento con ello, batió en Dennewitz al mariscal Ney el 6 de septiembre del mismo año. Llevaría con brillantez su tercera proeza en la batalla de Leipzig, entre el 16 y 19 de octubre, mostrando su dotes para la maniobra aunque evitando enfrentarse directamente con su rival francés. El Imperio Napoleónico empezaba a desmoronarse con tantos y sucesivos reveses militares...
Durante la campaña de Francia, en 1814, Bernadotte tiene el mando del Ejército del Norte e invade su antigua patria atravesando Holanda y Bélgica. Sin ser determinante, su papel fue clave en el repliegue del Ejército Imperial Francés. Hay quien hablaría de él como futuro rey de Francia, una vez depuesto Napoleón, pero no será el caso; en contrapartida obtiene para Suecia el reino de Noruega en detrimento de Dinamarca, el 14 de enero de 1814, para recompensar sus servicios.
Désirée Clary-Bernadotte, Princesa de Pontecorvo y Princesa Hda. de Suecia (1777-1860), en un grabado que reproduce su retrato hecho en Mortefontaine...
Y mientras su marido combate a los franceses, formando parte de una coalición cada vez más fuerte y determinada en su idea de acabar con Napoleón, la situación de Désirée en París se degrada irremediablemente. Tiene que soportar las iracundas recriminaciones del emperador y oír de su boca que su marido es un ingrato y un traidor a su patria. Más de una vez, Désirée vuelve a su casa bañada en lágrimas por todo cuanto oye, y se retira definitivamente en La Grange. Al retroceso del Ejército Napoleónico en todos los frentes, se suma la retirada de su cuñado José Bonaparte de España, pisándole los talones ingleses y españoles. En consecuencia, y ante la imposibilidad de afianzarse en Madrid, José abdica la corona española y regresa a Francia: Julie Clary deja entonces de ser reina de España ese año de 1813. Y mientras José vuelve con el rabo entre las piernas, Napoleón resuelve liberar a su reo el rey Fernando VII (entonces prisionero en el castillo de Valençay) y devolverle a la frontera franco-española.
Retrato del Emperador Napoleón I (1769-1821), en su famoso "Gabinete Rojo" del Palacio Real de Fontainebleau, donde abdicó en favor de su hijo el Rey de Roma antes de abandonar el país; cuadro de Paul Delaroche.
Cansados y desmoralizados los mariscales franceses de tanta guerra y tanta derrota, acabaron por pedir al emperador que cesaran las hostilidades y que se concertara la paz con las potencias coaligadas (Rusia, Prusia, Suecia, Gran-Bretaña y Austria); para ello, era necesario que Napoleón I abdicara formalmente y se retirase fuera del territorio galo. Puesto entre la espada y la pared, el emperador decepcionado dejó caer: "¿los señores quieren descanso? Pues que descansen."
Las deserciones se han hecho alarmantes.
El Príncipe Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord (1754-1838), Príncipe de Benevento y vice-canciller del Imperio. Gracias a él, Francia pudo salir airosa de la derrota napoleónica y pasó de un régimen imperialista autoritario a una monarquía constitucional refrendada por las demás potencias europeas, conservando gran parte de sus conquistas territoriales y políticas...
Y mientras el príncipe Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, el hombre fuerte del momento, reunía con urgencia el Senado Imperial para reclamar que se depusiera al emperador y se estableciera un gobierno provisional (bajo su dirección) para el bien de Francia, Napoleón, asediado por sus mariscales firmó finalmente la carta de su abdicación ante ellos en su gabinete rojo del Castillo Real de Fontainebleau, el 6 de abril de 1814. En compensación, los coalicionados le entregaban la soberanía de la diminuta Isla de Elba a modo de "exilio dorado y honorable".
Con un puñado de fieles, Napoleón I abandonaba Fontainebleau y tomó el camino que le llevaba a aquel islote del Mediterráneo. En el transcurso de su viaje, sufrió no pocas agresiones, insultos y apedreamientos, dándole a entender que los franceses habían dejado de quererle.
En cuanto a Désirée, su situación mejoró sensiblemente. Los ejércitos de la coalición entraron en París, la agasajaron como una soberana y Bernadotte se reencontraba con ella. Habían sido 2 años angustiosos para ella, llenos de tensiones y con una posición harto delicada!
DE PARÍS A ESTOCOLMO

El reencuentro de Désirée y su marido en París tiene lugar en la primavera de 1814, sobre un trasfondo de triunfantes desfiles militares, con emperadores y reyes vencedores pululando por la capital. Los parisinos observan asombrados a los cosacos de Alejandro I acampados en medio de los Campos Elíseos, mientras en las reuniones se baraja devolver el trono galo a su legítimo propietario, el rey Luis XVIII, un Borbón que había peregrinado por toda Europa para finalmente instalarse en Gran-Bretaña donde, vencido por las desilusiones, había comprado el castillo de Hartwell. Después de 20 años de exilio forzoso, este hermano del guillotinado Luis XVI de Francia había recobrado su esperanza al ver caer a su eterno rival Napoleón. El hombre que defendía su retorno como única solución para la estabilidad política en Francia, era el hábil Talleyrand; y supo argumentar tan bien las posibilidades que ofrecía a los aliados el rey exiliado, que Alejandro I de Rusia apoyó su retorno. Dicho y hecho, Luis XVIII abandonó las Islas Británicas para proceder a la Restauración de su dinastía, figurando como garante de que Francia dejaría de amenazar a Europa como lo hizo con Napoleón.
Retrato de Luis XVIII "el Deseado" (1755-1824), Rey de Francia de 1814 a 1824; el hermano de Luis XVI recuperaba el trono de sus antepasados tras sufrir 20 años de exilio en diversos países europeos, y ver diferentes regímenes sucederse en Francia: una revolución, una república corrupta, un consulado y un imperio...
De talante liberal, Luis XVIII ofrecía a los franceses una constitución y una monarquía respetuosa con las conquistas sociales conseguidas con la Revolución de 1789, y un Gobierno elegido en las urnas. ¡Menuda diferencia con la autocracia del depuesto Napoleón !
El Senado Imperial aclamó Luis XVIII y París se rindió a sus pies. El inicio de su reinado trajo consigo a toda esa irreductible flor y nata de la aristocracia gala que se había exiliado en 1789, y el rey debió hacer de pies y manos para intentar reconciliar a las dos Francias. Los enfrentamientos entre bonapartistas y monárquicos fueron inevitables.
El pequeño caporal ya estaba en la Isla de Elba, gobernando con mano firme su "huerta" isleña, y prometiendo a sus fieles que volvería a París para la próxima primavera. Y, en efecto, cumplió con su promesa... El 1 de marzo de 1815 desembarcó en el Golfo Juan, iniciando su reconquista de Francia "de campanario en campanario" hasta divisar las torres de Notre-Dame, para mayor espanto de los aliados y del rey Luis XVIII. Éste, traicionado por el mariscal Ney (que se lanzó a los brazos de Napoleón), tuvo que abandonar París y refugiarse en Gante.
Si el golpe de Napoleón fue teatral con su retorno, el efecto fue efímero y a la larga tremendamente perjudicial para Francia. El Imperio de los Cien-Días acabó en desastre con la fatídica batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815. Napoleón I se había encontrado en París sin su esposa, la emperatriz Mª Luisa de Austria, y sin su hijo el rey de Roma, retenidos en Viena, y frente a unos parisinos reivindicando derechos constitucionales que no pensaban dejar de lado. La era del absolutismo imperial había pasado a mejor vida.
Finalmente, y pese a la táctica de sembrar confusión entre sus adversarios, Napoleón constató que había jugado su última carta y que la había perdido en Waterloo. Intentó exiliarse a Estados Unidos, pero detenido por los británicos, fue enviado a una isla de mala muerte en el océano atlántico del sur, la Isla de Santa-Elena, frente a las costas africanas, y de la cual solo saldría con los pies por delante. Su aventura había terminado. Y Francia tuvo que soportar una humillante ocupación militar extranjera de 2 años, y la pérdida de sus conquistas territoriales posteriores a 1792. El hábil y conciliador rey Luis XVIII y su inestimable ministro plenipotenciario Talleyrand, supieron afortunadamente defender más allá de lo esperado los intereses de su patria en el Congreso de Viena, saliendo Francia bastante aventajada.
Retrato de Carlos Juan Bernadotte, Kronprins de Suecia (1763-1844); gracias a su entrada en la coalición europea contra Napoleón I, su país adoptivo consiguió hacerse con el reino de Noruega tras el Congreso de Viena, entonces posesión de Dinamarca y aliada del Imperio Francés.
La contienda terminada, Carlos Juan Bernadotte regresó a Estocolmo como un general victorioso: había conseguido Noruega para la corona sueca. Sin embargo, Désirée prefirió permanecer en Francia, y retrasó por enésima vez su partida. En ese tema era misión imposible convencerla. No había temido el retorno del emperador Napoleón, al que calificaba de "buen chico" sin rencor alguno; incluso éste le rindió visita en el momento de su regreso a París. Désirée era una de las pocas caras conocidas que quedaban en Francia, ya que sus hermanos y cuñadas andaban exiliados desde 1814, y la emperatriz Josefina había muerto repentinamente, quizás envenenada...
Retrato de Désirée o Desideria Clary-Bernadotte, Reina de Suecia y de Noruega.
Su primer contacto con sus futuros súbditos suecos, lo tuvo en la primavera de 1814, cuando recibió a su marido y a la plana mayor de los oficiales. Se los ganó haciendo caso omiso de los ataques de furia de Bernadotte, asegurándoles que "no tuvieran miedo de él, pues era incapaz de matar a un pollo."
Apareció como una princesa heredera conciliadora, y su natural simpatía y encanto hicieron el resto para hacerla popular entre los suecos.
Sin embargo tardó 13 años en decidirse a trasladarse a Estocolmo!
Para ella, Suecia estaba demasiado lejos de Francia; su clima era tan frío y sus inviernos parecían tan largos, que no sentía la necesidad de hacer las maletas.
A Talleyrand le confesó: "¡Qué tristes son las cortes cuando no se ha crecido en ellas!"
Pero no podrá retrasar por más tiempo su marcha. Los suecos exigen ver y conocer a su futura reina.
¡VIVA LA REINA!

Carlos XIV Juan IV Bernadotte, Rey de Suecia y de Noruega (1763-1844) -como monarca de Noruega llevaba el nombre y ordinal de Carlos III-, representado con los atributos reales y revistiendo los ropajes regios.../ En la ilustración inferior, coronación de Carlos XIV Juan de Suecia como rey de Noruega en 1818.
En 1818, el rey Carlos XIII de Suecia y su esposa Hedwig fallecieron en espacio de poco tiempo, y Bernadotte fue proclamado rey de Suecia y de Noruega bajo el nombre de Carlos XIV Juan, con el habitual boato que requería tal ceremonia. Pero la más importante, la de la coronación, se pospuso ya que no iba a tener lugar hasta que llegara su esposa Désirée a Estocolmo. Se había instaurado la más joven de las dinastías de Europa y, lo más curioso, es que fuera el único mariscal de la epopeya napoleónica que, después de atravesar la Revolución y el 1er Imperio, consiguiera afianzarse en un trono.
Retrato de Désirée Bernadotte, Reina de Suecia y de Noruega (1777-1860).
Por fín convertida en reina de Suecia, Désirée se tomó su tiempo para preparar su largo viaje hacia su nueva patria. Había fallecido su padre desde hacía 24 años, su madre murió en 1815, y su hermana Julie, la ex-reina de Nápoles y de España, convertida en princesa Bonaparte errante, se había refugiado en Toscana donde fallecería en 1845... La aventura napoleónica había terminado y no quedaba nadie que pudiera retenerla en Francia, aparte de su hermana Rose. Francia había cambiado, Luis XVIII estaba definitivamente instalado en el Palacio de las Tulerías y la ex-familia Imperial se hallaba desperdigada y exiliada.
La Corona de Luisa-Ulrika o corona de las Reinas de Suecia, debe su nombre a su primera poseedora Luisa-Ulrika de Prusia, consorte del rey Adolfo-Federico I de Suecia y serviría a las siguientes reinas consortes suecas, entre ellas a la reina Désirée... (Tesoro de la Corona, Armería Real, Palacio Real de Estocolmo, Suecia).
El hijo de Désirée, Oscar, se había convertido en el nuevo Kronprins de Suecia en ese año de 1818, con 19 años y ya se estaba fraguando su posible enlace con alguna princesa europea. Por ese motivo, Désirée dejó de hacerse rogar, mandó hacer sus baúles y planeó su viaje a la fría Suecia, ¡aunque no llegaría a Estocolmo hasta el año 1823!
En suma, Désirée se hizo esperar a lo largo de 13 interminables años, desde que en 1810 su marido había sido designado hijo adoptivo y sucesor en el trono del rey Carlos XIII de Suecia.
Por fin desembarcada y calurosamente acogida en la capital sueca, Désirée se instaló en el palacio real junto a su marido e hijo, y tuvo su reencuentro con la última princesa superviviente de la anterior dinastía, Sofía Albertina, hermana de los reyes Gustavo III y Carlos XIII, y tia del destronado Gustavo IV Adolfo (que vivía exiliado en Alemania con mujer e hijos), que vivía en otro palacio de la capital.
El Kronprins Oscar de Suecia (1799-1859), hijo y heredero de Carlos XIV Juan y de Désirée, y futuro rey de Suecia y de Noruega bajo el ordinal de Oscar I. Retrato según Karl Stieler.
El mismo año, el rey Carlos XIV anunció a los suecos el inminente enlace de su hijo Oscar con la princesa Josefina de Beauharnais-Leuchtenberg (1807-1876), hija del príncipe Eugenio de Beauharnais y de la princesa Augusta Amalia de Baviera, duques de Leuchtenberg. Era pues la novia, de tan solo 16 años, nieta de la desaparecida emperatriz Josefina de Beauharnais y del rey Maximiliano I de Baviera.
La Princesa Josefina de Beauharnais von Leuchtenberg (1807-1876), Princesa Hda. de Suecia y de Noruega tras casarse con Oscar...
La boda tuvo lugar en Estocolmo en 1823 y, tres años después, la flamante princesa heredera dió a luz a su primer hijo, Carlos (futuro rey Carlos XV). Le siguieron a éste 5 más...
Tras nacer en 1826 el heredero, Carlos, nacieron los príncipes Gustavo en 1827, Eugenia, Oscar en 1829 y Augusto, duque de Dalecarlia, en 1831. Con tantos retoños, la dinastía Bernadotte veía asegurada su continuidad en el trono sueco.
La Familia Real Sueca al completo: de izq. a derecha, el príncipe Oscar -futuro rey Oscar II-, la reina Désirée, su nuera la Princesa Hda. Josefina de Beauharnais-Leuchtenberg, los príncipes Augusto y Eugenia, el kronprins Oscar -futuro rey Oscar I-, el rey Carlos XIV Juan y los príncipes Carlos -futuro rey Carlos XV- y Gustavo de Suecia. / Abajo, en la ilustración, la genealogía de la Dinastía Bernadotte partiendo de Carlos XIV Juan y Désirée Clary.

La primera visita oficial de la reina de Suecia tuvo lugar en Escania, donde los habitantes la recibieron gritando "Vi ville ha rein!", frase que Désirée interpreta literalmente en francés como "Vive la reine!" (viva la reina). Emocionada, confía su alegría a su chambelán, un buen hombre que no se atreve a decirle que, en realidad, esa frase significa "¡Queremos lluvia!". Y con tal de que la soberana esté contenta y se lleve una buena impresión de los campesinos escanios, el chambelán opta por callar y dejar a la reina disfrutar de su primer contacto con el pueblo sueco.
La Reina Désirée de Suecia y de Noruega (1777-1860), en un retrato oficial realizado en 1822.
Retrato del Rey Carlos XIV Juan de Suecia y de Noruega (1763-1844), fechado en 1840.
A partir de entonces, Désirée se permite volver con frecuencia a París, haciendo estancias cortas para apaciguar su "mal del país", siempre nostálgica de sus tiempos parisinos, del clima francés y de sus viejas amistades.
Cuando en 1844 fallece su marido Carlos XIV, decide dejar en primer plano a su hijo Oscar I y a su nuera Josefina, nuevos soberanos de Suecia, retirándose a la localidad sueca de Karlskrona en 1853. Pero su retiro voluntario provoca que sus súbditos protesten y reclamen su retorno a Estocolmo, donde se la echa mucho de menos. Finalmente, Désirée se avino a dejar Karlskrona para regresar a la capital para complacer a los suecos, permaneciendo en palacio y gozando de la vida familiar con sus hijos y sus nietos, y rodeada siempre de las muestras de respeto y amor de sus súbditos.
En 1859 tuvo la desgracia de ver morir a su hijo, el rey Oscar I. Su tristeza fue mitigada en parte al ver a su nieto primogénito, Carlos XV, subir también al trono. Pero estaba cansada y su salud se había resentido de la pérdida de su marido y de su único hijo.
En diciembre de 1860, con sus 83 años ya cumplidos en noviembre, hizo su última comparecencia pública en el palco real del teatro de la Ópera de Estocolmo. Regresó a palacio muy fatigada... Poco después, el 17 del mismo mes, falleció tranquilamente rodeada por su nuera, sus nietos y bisnietos, en sus aposentos del palacio real.
Désirée Clary & Carlos XIV Juan Bernadotte

Datos complementarios

-Désirée Clary, nacida en Marsella el 9 de noviembre de 1777 y fallecida en Estocolmo el 17 de diciembre de 1860, a la edad de 83 años, se casó en Sceaux (región parisina) el 17 de agosto de 1798 con Jean Baptiste Jules Bernadotte, mariscal de Francia, nacido en Pau el 26 de enero de 1763 y fallecido en Estocolmo el 8 de marzo de 1844. Tuvieron un único hijo varón: Oscar, nacido en 1799.
-El matrimonio Bernadotte adquiere el castillo y la propiedad de La Grange, en Savigny-le-Temple (departamento de Seine-et-Marne), en 1800. Antigua sede de una comandancia de la Orden Templaria en ruinas. Reconstruyen el castillo en el estilo del s. XVIII.
-Príncipes y duques de Pontecorvo (en Nápoles, Italia), por concesión imperial de Napoleón I, emperador de los Franceses, en 1806.
-Concesión Imperial de escudo de armas para los miembros de la Familia Clary, y el título de Conde del Imperio (Conde Clary) a favor de Nicolas, hermano mayor de Desirée y Marie-Julie, en 1806. Blasón: en campo de azur 3 espigas de oro bien ordenadas, un sol radiante en jefe y una luna creciente en punta, también de oro.
-Príncipes Herederos de Suecia el 21 de agosto de 1810. Bernadotte renuncia a la religión católica para abrazar la fe luterana; adopta los nombres de pila de "Carl Johan" (Carlos Juan).
-Príncipes Herederos de Noruega en 1814.
-Fallece en 1815 la madre de Désirée Clary, Rose Françoise Somis (1737-1815), viuda de François Clary (1725-1794), y madre de 3 hijas y de 1 hijo.
-Reyes de Suecia y de Noruega el 5 de febrero de 1818.
-Désirée abandona definitivamente Francia y se traslada a Estocolmo en 1823. El mismo año, su hijo Oscar, Kronprins de Suecia y de Noruega desde el 5 de febrero de 1818, contrae matrimonio con Josefina de Beauharnais y Baviera, Princesa de Leuchtenberg (1807-1876), hija de S.A.I. Eugenio de Beauharnais, Vizconde de Beauharnais y Príncipe Imperial, Duque de Leuchtenberg, y de S.A.R. la Princesa Augusta-Amalia de Baviera, Duquesa de Leuchtenberg. Cinco hijos: 4 varones y 1 hija.
-1823: Désirée cede su castillo de La Grange, en Savigny-le-Temple, a su hermano mayor Nicolas Clary, Conde Clary (concesión imperial de Napoleón I).
-1844: el 8 de marzo fallece Carlos XIV Juan Bernadotte, Rey de Suecia y de Noruega.
-1845: el 7 de abril fallece Marie Julie Clary (1771-1845), esposa de José Bonaparte, ex-rey de Nápoles y ex-rey de España, del cual tuvo 3 hijas, sobreviviendo solo dos: Zenaïda Bonaparte (1801-1854) y Carlota Bonaparte (1802-1839).
-1846: fallece Nicolas Clary, hermano de Désirée; deja en heredad a su hijo François Jean, Conde Clary, senador y alcalde de Savigny-le-Temple, la propiedad y el castillo de La Grange. Éste moriría en 1889. Su viuda, Sidonie Talabot, Condesa vda. Clary, donará en 1906 a la comunidad de Savigny, su Escuela Femenina. En la 2ª mitad del s. XX, el castillo de La Grange se convierte en una fundación de lucha e investigación contra el cáncer.
-1859: fallece el único hijo de Désirée, Oscar I Bernadotte, Rey de Suecia y de Noruega desde el 8-III-1844. Le sucede su hijo primogénito Carlos XV (1826-1872).
-1860: el 17 de diciembre fallece Desirée Clary-Bernadotte, Reina Vda. de Suecia y de Noruega, a los 83 años de edad, en el Palacio Real de Estocolmo.
A propósito del mariscal Bernadotte

-En sus memorias, el militar Suremain dejó anotado que el mariscal Bernadotte era físicamente un calco del "Gran Condé" (Luis II de Borbón, 4º Príncipe de Condé), cuya semejanza extraordinaria era confirmada no solo por los retratos del gran general de Luis XIV, sino también por su apostura que le valía el apodo de "Sargento Hermosa Pierna", la nobleza de su tono, su exquisita educación y sus grandes cualidades de guerrero.
-El médico Pourmiès de La Siboutie, anotó que el mariscal llevaba tatuado en el brazo un gorro frigio con la leyenda "Muerte a los Reyes", desde 1792.
-Löwenstern dijo de él: "se distinguía por su imponente figura y su porte aristocrático. Era adorado por sus inferiores. Los sajones que estaban a sus órdenes le amaban y respetaban profundamente. Napoleón aún juzgandole con justicia por su gran talento, no le quería."

-En su exilio de Santa-Elena, Napoleón I dijo de él: "Se ha mostrado ingrato hacia mi, yo que fui el autor de su ascensión; pero no puedo decir que me haya traicionado. En cierto modo, se convirtió en un sueco; y nunca prometió lo que no tenía intención de hacer. Puedo acusarle de ingratitud pero no de traición."